El trastorno narcisista de personalidad (y también el límite e histriónico, con los que comparte rasgos) tiene efectos negativos en cualquier relación que las personas que lo tienen establezcan. Estos efectos se agrupan en un síndrome o trastorno llamado estrés postraumático complejo.
El apartado de las relaciones de pareja con alguien de altos rasgos narcisistas merece un manual entero, porque pueden ser un verdadero infierno y dejan a los que logran “escapar” de ellas muy afectados.
Pero nos estamos centrando en el estilo parental narcisista, y en las consecuencias que tiene en los hijos, que perduran en la edad adulta, De hecho, si la persona no se hace consciente e intenta cambiarlo, durarán hasta el final de su vida.
El trastorno de estrés postraumático complejo
Parte I
El Síndrome de Estrés Post-Traumático Complejo es “un daño de estrés psicológico que resulta de un trauma permanente o repetido sobre el cual la víctima tiene poco o ningún control, y en el que no hay ninguna esperanza de escape real, o percibida. Esta acumulación de situaciones traumáticas distingue el SEPTC del mejor conocido Trastorno de Estrés Post Traumático (TEPT) en el que el trauma implica típicamente un solo evento o varios eventos de duración limitada (por ejemplo, ser testigos de una tragedia, ser víctima de un acto violento, exposición al combate militar a corto plazo).”[1]
¿Qué significa esto, en términos más comprensibles? Quiere decir que, en el caso del Síndrome de Estrés Post-traumático Complejo, la persona que lo sufre no se enfrenta a un único acontecimiento traumático, como un atentado o una guerra.
Más bien, se trata de que las víctimas han vivido durante mucho tiempo en situaciones estresantes. Es decir, han experimentado situaciones familiares en que eran atacados o emocionalmente abandonados, y esto les causaba un estrés continuo. Además, como niños, sentían que no había manera de escapar de esa realidad. Y en muchos casos así es, no olvidemos que los niños no tienen opciones para escapar de su familia.
También pueden ver posibilidades, pero el entorno las niega. Puedo poner mi propio ejemplo: cuando era preadolescente y mis padres se separaron, le pedí a mi padre que no nos dejara con mi madre, ya que estaba pasando por una depresión psicótica que hacía la vida a su lado terrible. Para mi desolación, me dijo que no podía ser, y allí me quedé, sintiendo que no había escapatoria. Y era cierto.
El estrés continuado causa unos efectos similares a los de los veteranos de guerra, pero al tener lugar durante mucho tiempo, están mucho más arraigados en la psique y son más difíciles de tratar.
En esta entrada de diario de una hija de familia narcisista podéis ver cómo se sienten esos efectos.
Algunos de esos efectos son:
- FLASHBACKS EMOCIONALES: este es un concepto acuñado por el psicólogo especializado en los efectos del trauma Pete Walker. En el caso del trastorno de estrés postraumático simple, estos flashbacks suelen ser visuales, como vemos en las películas o series. El veterano de guerra ve en su mente una situación vivida de repente, sin desearlo, y esto le causa una gran ansiedad.
- En el caso del estrés postraumático complejo, en cambio, se trata más bien de SENTIRSE como en las situaciones de estrés del pasado, sin saber por qué. Es decir, la persona afectada no tiene imágenes en su mente de la situación, sólo se siente como entonces. Esto lo complica mucho. Por eso, hasta que leí sobre este término y empecé a autoanalizarme no entendía realmente qué me ocurría cuando me invadía la ansiedad, sin venir a cuento.
- SENTIDO DE AMENAZA CONSTANTE: esta característica se relaciona con un estado que se conoce como hipervigilancia, y que hace que las personas no se puedan relajar nunca interiormente. Por el contrario, están siempre revisando en su cabeza que todo esté bien, y temiendo que no lo esté.
- EVITACIÓN: esta es una característica muy arraigada y difícil de vencer de este síndrome. Se trata de un miedo a lo desconocido, y a lo incontrolable, que nos convierte en grandes evitadores. Se evitan (sin ser consciente) las relaciones íntimas, las relaciones de amistad, la búsqueda de un trabajo deseado, los estudios, en fin: cualquier área en la que realizarse como persona.
- BAJA AUTOESTIMA: otra dificultad esencial que padecen las personas con una infancia traumática. En el núcleo del resto de problemas está el concepto negativo de sí mismos que tienen los hijos de narcisistas y otros trastornos similares. Hablando de esto una vez, alguien que había crecido en un entorno similar al mío me comentó: “No sé por qué, pero sé que soy defectuosa y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo”. Es el sentir de muchos que hemos sido criados en una familia disfuncional, pero no es cierto.
- AUTOCONCEPTO NEGATIVO: Obviamente, existe una razón para este auto-concepto tan negativo, aunque sea una razón dolorosa, y difícil de asumir. Deriva de las condiciones traumáticas de la infancia. Y también de los mensajes negativos que recibieron de sus cuidadores. Frases y expresiones como: “¡Eres una inútil!”, “¿Cómo puedes ser tan torpe?”, “¿No puedes hacer nada bien?”. Exigencias de perfección imposibles de cumplir, insultos o tratos vejatorios peores impiden que un niño construya una autoestima fuerte.
- DISOCIACIÓN : este problema deriva del anterior o está conectado con el anterior. Si las emociones durante los primeros años de la vida del niño son demasiado negativas e intensas para poder asumirlas, el niño adopta una estrategia de defensa que le funciona en ese momento. Bloquea las emociones mediante un mecanismo llamado disociación. El bloqueo provocado por la disociación puede durar años. De hecho, si no se hace uno consciente puede estar presente de por vida. En la infancia, cuando lo que sentimos es imposible de soportar, es útil bloquear esa emoción, pues podría ser fatal para nosotros. Ya de mayores, con una psique madura, podemos asumir las emociones y las necesitamos para vivir plenamente.
En el siguiente post seguiremos explicando las características del estrés post-traumático complejo, y como se traducen en la vida adulta.