Cuando identificamos a nuestra familia de origen como narcisista, lo más importante no es empezar a repartir culpas o resentimiento, sino descubrir en qué nos afectó en nuestro desarrollo, y nos continúa afectando como adultos. Descubriremos que los efectos son múltiples y que se distribuyen por las principales áreas de nuestra vida.
Como decíamos al final del post anterior, cuestionar el comportamiento de nuestros padres con trastorno o rasgos narcisistas es un paso que hemos de hacer. ¿Quiere eso decir que no se puede entender parte de su comportamiento? Claro que se puede.
Comprender la disfunción de la familia narcisista
- Padres suficientemente buenos
En primer lugar, como decía el pediatra y psiquiatra Winnicott, basta con que un padre o una madre sean «suficientemente buenos» para criar hijos psicológicamente sanos. Eso significa que la maternidad y paternidad son muy complejas y la probabilidad de equivocarse, teniendo una muy buena intención, es alta. Es decir, es lógico asumir errores aún intentando ser el mejor padre o la mejor madre posibles. Si hay circunstancias adversas alrededor de esos padres, si pasan por situaciones estresantes o directamente devastadoras, sucederá que cometan errores al criar a sus hijos y serán errores comprensibles.
- La disfunción familiar se hereda
Otro factor crucial que es justo tener en consideración es que esos padres, nuestro padres, fueron hijos, en una gran mayoría de casos, que experimentaron a su vez abandono, maltrato y disfunción. Por tanto, lo que hicieron con nosotros no es más que traspasar, igual que lo recibieron ellos, la disfunción familiar.
- Un proceso inconsciente
En gran parte, el proceso de traspasar la disfunción familiar a los hijos se encuentra en el subconsciente. Por tanto, esos padres que actúan de forma irresponsable, egoísta o tóxica, tal vez no sepan que lo están haciendo. Pero difícilmente será todo inconsciente: por ejemplo, un padre o madre que abusa sexualmente de sus hijos y les amenaza para que lo sigan manteniendo en secreto no está haciéndolo de forma subconsciente. Tal vez no sea consciente de las razones por las que está cometiendo ese delito, pero sabe que lo está haciendo.
Los efectos en el niño
Aquí viene una paradoja importante que hemos de aceptar: conscientes o no, con explicaciones o no, con mejores intenciones o peores, los efectos del abandono, maltrato, abuso o crianza disfuncional son verdad. Es decir, dos cuestiones contrarias son verdad a la vez, ya que los padres en muchos casos no quisieron dañar, no supieron que dañaban, tenían razones para su desatención, PERO, a la vez, es verdad que los efectos en los hijos son muy perjudiciales.
Hay que entrenar la mente para aceptar esta paradoja o estas dos verdades que suceden a la vez. Si no se entrena, lo que sucede es la NEGACIÓN que la mayoría de hijos de familias disfuncionales practican – a veces toda su vida. La negación impide la recuperación.
Y ¿cuáles son estos efectos?
Se podrían resumir en que las necesidades del niño o niña no son correctamente atendidas, lo que dificulta su desarrollo psicológico, emocional y en algunos casos incluso físico.
Desde su nacimiento hasta los 7 años, los niños reciben primordialmente de sus padres el aprendizaje y la validación emocional que necesitan para formarse. El problema es que una madre o padre narcisistas ven a ese bebé como una extensión de sí mismos y un medio para reflejarse y satisfacer sus propias necesidades. El conflicto está claro: el bebé y el niño pequeño necesita a sus padres para que le vean como una persona que se está formando y le enseñen a reconocer sus emociones y a relacionarse, etc. Pero resulta que sus padres quieren que él o ella sean un instrumento para satisfacerse.
“¿Qué ocurre cuando la madre es incapaz de ayudar a su hijo? ¿Qué ocurre cuando no sólo no está en condiciones de adivinar y satisfacer las necesidades de aquél, sino que ella misma está necesitada, cosa por lo demás muy frecuente? Ocurre que, inconscientemente, esa madre intentará satisfacer sus propias necesidades con ayuda de su hijo. Esto no excluye una entrega afectiva, pero a esta relación explotadora le faltan componentes de vital importancia para el niño, tales como fiabilidad, continuidad y constancia, y le falta sobre todo ese espacio donde el niño podría vivir sus propios sentimientos y sensaciones. Desarrollará, por tanto, algo que la madre necesita y que, si bien entonces le salva la vida (el amor de la madre o del padre), suele impedirle ser él mismo durante toda su vida. En este caso, las necesidades naturales propias de la edad del niño no pueden ser integradas, sino que son escindidas o reprimidas. Esta persona vivirá más tarde, sin saberlo, en su pasado.”
Así lo expresa Alice Miller, un referente en el trauma infantil y sus efectos en los adultos.
Se puede intuir que en la familia narcisista habrá muchas carencias de todo tipo, que son las que causarán las dificultades de adultos, si no hacemos algo para recuperarnos.