Como muchos términos relacionados con la psicología de las adicciones y los trastornos de personalidad, la palabra «codependencia» se ha puesto de moda, y se oye a todas horas, pero no siempre de la forma correcta. La “codependencia” se puede traducir como “la necesidad de agradar al otro por encima de las propias necesidades, conveniencia y bienestar emocional”. Suele desarrollarse cuando se vive en un entorno familiar manejado por uno o varios narcisistas.
Esto tiene lógica, puesto que el estilo parental narcisista dirige este mensaje a los hijos: “tus necesidades no importan, lo importante son las mías”. De hecho, para el narcisista, el niño o niña es una extensión de sí mismo, más que una persona diferenciada. Por eso, el niño aprende a anularse a sí mismo para sintonizarse con las emociones y necesidades de su cuidador, ya que de ello depende su vida.
No tiene muchas alternativas,. De hecho, no tiene ninguna cuando está en los primeros años de su vida. La tragedia es que, cuando es adulto y sí que tiene diversas opciones, porque ya no necesita el cuidado de sus padres para sobrevivir, sigue pensando, sintiendo y actuando exactamente igual.
NO ES NUESTRA PERSONALIDAD
Las consecuencias de este hecho son trascendentales, y muchas veces llegan a confundirse con nuestra propia personalidad, puesto que están fuertemente arraigadas en nosotros. Pero no lo son.
Se trata de una programación profundamente arraigada en nuestra mente, para que nos orientemos a los deseos y estados de ánimo ajenos, especialmente de personas con trastorno narcisista o similares.
Programados para complacer
Esto es uno de los conceptos más difíciles de entender en la codependencia: eso que hemos identificado como “nosotros mismos”, lo que somos, no es exactamente lo que somos, sino lo que fuimos programados para ser. Por desgracia, ese programa está defectuoso, está averiado, es autodestructivo.
Por tanto, nuestras necesidades y emociones siempre quedarán en segundo plano. Esto, a su vez, nos hará presas favoritas, (durante toda la vida si no ponemos remedio), de aquellas personas que busquen alguien para utilizar y explotar. Y creedme, estos individuos nos detectarán con facilidad. Lo digo por mi propia experiencia.
COMPLACER PARA NO SER ABANDONADOS
La codependencia o el ser un “complacedor de los demás” puede traer múltiples problemas a nuestras vidas. Uno de los más frecuentes es el de iniciar y mantener relaciones con personas tóxicas, que pueden llegar a ser violentas, destructivas y muy perjudiciales.
Otro problema común es el que vemos en muchos adultos en familias narcisistas: no inician nada propio para no disgustar a su familia de origen en sus planteamientos disfuncionales. Un ejemplo de esto sería lo que se conoce como «hija bastón» o la «tía solterona» de toda la vida. Sería aquella persona, habitualmente mujer, que renuncia a su propia vida para cuidar a las personas mayores de la familia.
Perder la identidad
La codependencia está estrechamente relacionada con el siguiente problema o dificultad de los hijos de narcisistas, quizás el más esencial de todos.
“Mira hacia dentro de ti, busca qué quieres tú”, le dije un día a una amiga con un entorno familiar parecido al mío, en una rara ocasión en que se abrió a hablar de sí misma y sus problemas. “No puedo mirar hacia dentro de mí, veo un vacío que me espanta”, me contestó.
No sé quién soy
En esas palabras podemos encontrar el núcleo principal de lo que padecen los hijos de narcisistas, y de ahí derivan todo el resto de dificultades en su vida: el yo inexistente. Sin duda, una sensación terrible. No es de extrañar que nos suceda, puesto que de niños se fomenta en nosotros eso: no hemos de sentir ni desear ni necesitar nada propio, sino volcarnos en lo que sienten y desean y necesitan nuestros padres.
Eso es justo lo contrario de lo que debería ser el objetivo de cualquier paternidad. En lugar de fomentar el crecimiento y la autonomía del “yo” o identidad propia del niño con refuerzos positivos, afecto, atención y respuesta a sus necesidades, se produce simplemente todo lo contrario.
LA CODEPENDENCIA NOS CONDICIONA A ESCONDERNOS
El entorno familiar narcisista y disfuncional actuó condicionándonos de este modo: si escondíamos nuestras NECESIDADES, DESEOS, EMOCIONES Y OPINIONES, nos premiaba. Cuando mostrábamos algunas de estas áreas de forma natural, con nuestras posibilidades infantiles, nos castigaban.
De este modo, aprendimos rápido y de forma muy consolidada, que era mejor escondernos, no mostrar nuestro verdadero ser, orientarnos hacia el exterior y hacia los demás.
No es sorprendente que no tengamos idea de quiénes somos en nuestro verdadero interior, ni qué queremos, ni qué pensamos. El yo que nos construimos es “falso”, ya que está orientado únicamente hacia el exterior, hacia lo que los demás quieran, piensen u opinen de nosotros.
No saber quién eres
Así, puede ocurrir que nos encontremos con más de cuarenta años sin saber quiénes somos exactamente, qué queremos o qué nos gusta. Esto produce la gran sensación de vacío que describió mi amiga y también mucho miedo.
Se puede comparar ese miedo con estar mirando un abismo al que has de saltar, con un paracaídas que no conoces. Por eso, enfrentar el vacío de identidad es una de las tareas más difíciles. Sin embargo, vale la pena, ya que nos permitirá vivir una vida más plena, más conectada con nosotros mismos, con nuestro verdadero yo. Y a eso hemos venido, a vivir nuestra vida.
En el siguiente post exploraremos con más detalle cuáles son los patrones de la codependencia.
Para acabar, dejo por aquí un vídeo sobre codependencia de una creadora de contenido en Youtube cuyos vídeos son útiles y prácticos. La mala noticia es que está en inglés, pero están los subtítulos.